Ser un junior que accede al poder no tiene nada de malo en sí, siempre y cuando ese acceso se haya dado en condiciones de igualdad democrática. No debe demeritarse el talento y los méritos que un individuo pueda tener tan sólo por ser descendiente de un ex-gobernante.
Sin embargo, debemos recordar que México, en buena medida explicado por traumas históricos, está constituido como una República Representativa, Democrática, Laica y Federal (Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, Art. 40).
Como República que es en su forma de gobierno, las características monárquicas de acceso al poder, como la herencia del trono, no pueden tener cabida en México. Sin embargo, en la práctica son cada vez más los arribos al poder en México de una forma muy parecida a un trono virreinal.
Debemos recordar que la monarquía es algo contra lo que México ha luchado mucho a lo largo de su historia debido a las amargas consecuencias de injusticia que nos han acarreado.
Estas monarquías, tanto las institucionalizadas -como el periodo colonial- así como las disfrazadas –como durante el Porfiriato- han desembocado en un tremendo resentimiento y a la postre en estallido social.
México es una República Democrática en tanto que el poder emana del pueblo, y no de ex-gobernadores, como en la práctica sucede con los descendientes directos de ex-gobernadores, pues su llegada al poder no se la deben al pueblo, sino a su familia, por lo que terminan gobernando en beneficio de esta y de sus aliados.
México es una República Representativa en tanto el poder no es ejercido de manera soberana por una sola persona, sino de manera compartida por medio de la representación del pueblo y del Estado por medio de tres poderes. En la práctica, sin embargo, en Chiapas –como en muchos otros estados de la república- el gobernador es un soberano y los poderes locales están encabezados por sus personas de confianza, dando paso a la generación de una burocracia que más bien se comporta como una corte obediente, servil, que a lo más que aspira es a murmurar sobre los excesos del soberano, y que en casos extremos se limitan a refunfuñar pero con un miedo tan grande que no les permite alzar la voz. Esta sumisión es la que facilita que el ascenso de los juniors al poder se haga de una manera tan natural, que acaba por hacerle sentir al pueblo que incluso lo tienen merecidísimo.
Como en los regímenes autoritarios, son raras las voces que cuestionan lo anterior por parte de miembros de esta sociedad. Recientemente ha levantado la voz el diputado local Jesús Alejo Orantes Ruiz, quien hasta hace poco fungía como coordinador del grupo parlamentario del PRI. En una entrevista sostenida el pasado 20 de noviembre de 2013 para este Diario, señaló:
“Asumo mi responsabilidad al señalar al senador Roberto Albores Gleason (hijo del ex-gobernador Roberto Albores Guillén) como un traidor a los principios del partido (PRI) pues recibe órdenes directas de su patrón, Juan Sabines Guerrero (también hijo de un ex-gobernador) para la selección de candidatos del partido.” “Este acto de traición lo sabe muy bien y se lo sostengo, al igual que ahora que sigue recibiendo instrucciones de su jefe Sabines, ahora escondido en el puerto de Acapulco.” Añade: “Que explique (Albores Gleason), que informe dónde se quedan, dónde están los más de 2 millones de pesos mensuales que recibe del partido para gastos de operación y sostenimiento.” Finaliza: “Le recuerdo a Roberto (Albores Gleason) que las gubernaturas se ganan con votos no con traiciones, porque sigue creyendo en la promesa de Juan (Sabines Guerrero) de un golpe de estado para así usurpar el gobierno”.
Debemos reconocer que las declaraciones del diputado Jesús Orantes talvez no sean del todo desinteresadas, pues él mismo hace el señalamiento después de que es relevado de la coordinación de su partido en el congreso local. Sin embargo, independientemente de que estas declaraciones formen parte de la estrategia política del Dip. Orantes Ruíz, creo que merecen atención, pues, aún de manera coincidente, abre la oportunidad para hacer una revisión de los liderazgos de los juniors en nuestro estado. Rara vez se hace un cuestionamiento de ese tipo a las personalidades de los juniors en el poder en Chiapas; los pocos cuestionamientos vienen de personas cuyas voces no tienen tanto alcance como en cambio sí lo puede tener un diputado.
El Pueblo de México debe defender su Constitución Política. Lo anterior se hace por medio de algo conocido como Agenda Ciudadana. La Agenda Ciudadana contempla un sistema de premios y castigos a actores políticos en función de su cumplimiento con los preceptos de nuestra Carta Magna.
Esta es una oportunidad de alinear la Agenda Ciudadana con la que, al menos coyunturalmente, tiene el Dip. Orantes.
Incluso, vayamos más allá: exijámosle al Dip. Orantes que abra la Caja de Pandora y tenga el valor para no limitar su crítica a Albores, sino que hable de todos los actores que facilitan los atropellos a nuestra Constitución Mexicana y a su vez al Pueblo de México al permitir el florecimiento de carreras de juniors.
Quisiera que tanto el Dip. Orantes como los demás diputados locales nos demuestren que nos son empleados del gobernador Manuel Velasco y, menos aún, del ex-gobernador Sabines.
Reproducido de mi columna en Diario Contrapoder en Chiapas el 26 de noviembre de 2013.
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