jueves, 14 de noviembre de 2013

El mercado de los inconformes en Chiapas: al alza para medios creíbles

En los países civilizados, convencionalmente, el grueso de los ingresos de los diarios impresos proviene de sus ventas de ejemplares y de la venta de espacios publicitarios –tanto en su versión impresa como en su versión electrónica. La calidad y credibilidad del diario determinan tanto los volúmenes de venta de los impresos así como el número de visitas a su página web. Esto es, un periódico que usualmente tiene alta calidad y mucha credibilidad suele tener muchas ventas de ejemplares y crecientes visitas a su página web, por lo que el precio de venta de los anuncios publicitarios en ese medio de comunicación tiende a ser alto. Por ello los medios impresos buscan mantener altos estándares de calidad y elevados niveles de credibilidad. Mientras detrás de lo primero se encuentra la selección de los articulistas, detrás de lo segundo se sitúa su independencia respecto del poder, tanto público como privado.

Ahora hablemos de esto mismo pero en el estado de Chiapas. La casi totalidad de los diarios impresos en Chiapas no obtienen el grueso de sus ingresos por las vías arriba mencionadas: calidad y credibilidad. Su ausencia de calidad se nota por lo limitado de la mayoría de los artículos y notas que uno puede leer ahí: con un léxico muy reducido, con una semántica alejada de la lógica y con una fuerte carga oficialista. Esto último es lo que les quita la credibilidad. Ello se nota por la sorprendente adulación que estos medios locales hacen al gobernador y su círculo cercano, aplaudiéndolos hasta por sus actos más banales. Se trata de una especie de campaña de legitimación vía medios, campañas que duran los seis años que dura el gobernador en turno –y, como con el actual gobernador, esa campaña viene incluso de años atrás.

Para que los medios impresos tomen la decisión de sacrificar gran parte de sus ingresos por ventas de ejemplares y espacios publicitarios debido a lo anterior, muy probablemente exista un pago –en el mejor de los casos- gubernamental lo suficientemente elevado tal que les compense la caída en ventas: después de todo, los medios también son empresas que buscan maximizar sus utilidades.

Creo que el gobierno actual está subestimando demasiado a los chiapanecos. Este esquema de pago a los medios les funcionó bastante bien tanto a Pablo Salazar Mendiguchía como a Juan Sabines Guerrero. Sin embargo, esta sociedad chiapaneca no es la de hace dos sexenios. Ahora hay mucha más información; en buena medida debido a la presencia de las redes sociales. Por su parte, el país tampoco es el mismo, los problemas han crecido tanto que ahora es más difícil ocultarlos. Quienes somos usuarios habituales de las redes sociales sabemos bien que cada vez somos menos los que nos informamos por los medios locales, pues desconfiamos enormemente de sus contenidos.
Esto está llevando a dos situaciones insostenibles: si los medios locales hacen el cálculo de los ingresos que hoy están dejando de percibir al perder a cada vez más lectores potenciales, seguramente esto los empujaría a renegociar al alza sus –en caso de existir algo así- tarifas con el gobierno; esto, multiplicado por todos los medios locales, demandará año con año una bolsa creciente para la hacienda pública que, a la larga, será una carga financiera insostenible –y muy probablemente también inocultable. La otra situación a la que esto está llevando es a que quienes están leyendo bien los tiempos le apuesten al creciente mercado de los inconformes.

Las circunstancias, no sólo de Chiapas, sino del país entero, apuntan hacia una profundización de la actual crisis económica; crisis que muy probablemente se seguirá expandiendo unos diez años más con el alto riesgo de convertirse en crisis social. Por ello, el mercado de la inconformidad es un mercado creciente. Esto lo han leído diversos medios, incluso los de derecha, como El Reforma, El Universal –diario para el cual también escribo-, entre otros, por lo que ya están reestructurando sus contenidos.

En nuestro estado tan sólo el Diario Contrapoder en Chiapas y Chiapas Paralelo están capitalizando este mercado. Por ello, el reciente bloqueo al Diario Contrapoder en Chiapas me parece una estrategia inútil. No podrán tapar el sol con un dedo. Hoy somos ya muchos los que lo apoyamos. Yo mismo tengo al tanto de esta situación a diversos organismos internacionales para los que he trabajado, como la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de la ONU (CEPAL) y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Similarmente, de esto ya están al tanto Article 19, Human Rights Watch y varios medios nacionales. Somos muchos los que desde diversos frentes cobijamos a este diario.

Si en vez de gastar en comprar medios a modo y de querer bloquear a Contrapoder, si esos recursos (financieros y humanos) mejor los re-direccionara nuestro actual gobierno a hacer bien su trabajo, creo que saldrían más beneficiados tanto ellos como autoridad que se legitimaría así como el pueblo chiapaneco en su conjunto, pues podría prosperar en paz –y ni que decir del ahorro público que obtendríamos.

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